De Ulm a Passau en bicicleta

Catorce amigos muy bien avenidos, amantes de la bicicleta, la naturaleza, la historia y la gastronomía nos embarcamos el pasado 31 de julio, en la deliciosa aventura de pedalear durante 440 kilómetros a la vera del Danubio.

Nuestra aventura ciclista comenzó en Ulm. A excepción de dos menores de 40, Lucas y Raquel, el resto del grupo superamos con gusto la quinta década de vida. Esto de caminar placenteramente por la vida a tan longevas edades se debe en parte a la afición por la bicicleta, al privilegio de contar entre nuestros tesoros con un grupo de amigos incomparables y al imbatible de deseo de descubrir cada día nuevas emociones.

El Danubio es un lugar ideal para personas de tales características. Se trata de un río tan hermoso como caudaloso, en el que conviven pacíficamente transbordadores, patos y cisnes, algún que otro bañista y, flores, muchas flores pintando de alegres colores el camino fluvial. Una delicia. Por suerte y quizás gracias al exceso de calor que hizo este año, a veces hasta 38 º acaloraban nuestro pedaleo, en muchos tramos íbamos prácticamente solos, con la única compañía de las aves de estos parajes y una frondosa vegetación.

Primer día. Ulm-Dillingen(50 km)

Camino hacia Dillingen

Camino hacia Dillingen

Tres cosas hay que ver en Ulm, antes de arrancar con la bicicleta: la catedral, el Fischerviertel (barrio de los pescadores) y como no, hacerse una foto para nuestro álbum de recuerdos junto a la estatua de Einstein. No en vano, fue en Ulm donde nació el célebre físico alemán.

Un desayuno abundante, variado y sabroso nos puso las pilas para enfrentarnos a los primeros 50 kilómetros de nuestra aventura ciclista. Hay que decir, llegado a este punto y sin ánimo de peloteo alguno, que la organización de Rutas en Bicicleta ha sido crucial para que este viaje haya resultado tan gozoso: Buenos hoteles, infraestructura ciclista estupenda, mapas precisos y muy informativos.

Camino de Dillingen hicimos una parada en Gunzburg, ciudad con una preciosa y visitable iglesia, la Frauenkirche y mucha historia. Por estas calles contemplaron los ciudadanos allá por 1770 el cortejo nupcial que acompañaba a una jovencísima Maria Antonieta para celebrar su boda con Luis XVI. Apenas un cuarto de siglo después la volvieron a ver camino de la guillotina.

Gunzburg

Gunzburg

Llegamos a Dillingen con ganas de conocer nuestro hotel, darnos una ducha y prepararnos para visitar la ciudad antes de emplearnos con gusto en la tempranera cena. En Dillingen, además de la basílica de St. Peter que tiene un carrillón muy apreciado y frecuentes conciertos de órgano, nos tropezamos con la curiosa historia de Sebastián Kneipp. Este teólogo de familia humilde padeció a los 28 años una tuberculosis que hizo peligrar su vida. Al preocuparse por la enfermedad descubrió la WasseHeilkunde (Hidroterapia) de Johann Sigmund Hahn y su hijo. Las propiedades terapeúticas de los baños de agua fría en la cura de enfermedades pulmonares fueron su salvación. Kneipp decidió sumergirse diariamente en pleno invierno en las heladas aguas del Danubio y consiguió gracias a ello recuperar la salud. Su libro Mi cura mediante el agua tuvo una gran repercusión. El método Kneipp se extendió rápidamente y en muchos lugares fueron construidas piletas a orillas del Danubio para que la gente pudiera sumergirse y seguir la terapia curativa de la cura.

Segundo día. Dillingen-Donauwörth (70 km)

Weizenbier

Weizenbier

Nuestra segunda etapa transcurre de Dillingen a Donauwörth. Llueve ligeramente cuando salimos, pero no importa. Las bicicletas que nos ha proporcionado la agencia están magníficamente preparadas para la lluvia. Llevamos una alforja impermeable donde podemos llevar lo que queramos sin riesgo de que se ahogue. El equipaje nos lo traslada de hotel a hotel la propia agencia. En el manillar de la bici, un bolso rígido para meter lo que queramos y, sobre él un sobre de plástico transparente para llevar el mapa de ruta. Lo dicho: ¡Un lujo de organización!

Reichstrasse

Reichstrasse

En Donauwörth, ciudad que fue muy castigada durante la Segunda Guerra Mundial nos tomamos una Weizenbier (cerveza de trigo). Una que no es cervecera, se aficionó rápidamente a esta refrescante y suave cerveza, típica de Baviera y que sirven en jarras de medio litro. Es otro de los muchos placeres de este viaje, como pasear por la céntrica y típica Reichstrasse, una de las calles más bellas del sur de Alemania.

En Donauwörth fuimos a ver el KätheKrusePuppen-Museum, ubicado en antiguo monasterio del siglo XVII. Käthe Kruse era una mujer alemana que empezó haciendo muñecas para sus hijas y tras su experiencia montó en 1905 un negocio familiar dedicado a la fabricación de muñecas hechas a mano. Hoy las KätheKruse muñecas tienen fama mundial y son solicitadas desde todos los rincones del planeta.

Tercer día. Donauwörth-Ingolstadt (70 km)

Ingolstadt

Ingolstadt

Otra etapa de mucho pedaleo. Llegado este punto hay que decir que los mapas que nos da la agencia ofrecen casi siempre dos o tres alternativas para hacer el recorrido, cada una de ellas con sus particulares características: hay quien prefiere viajar siempre por bucólicos paisajes, aunque haya gravilla y hay quien prefiere siempre terreno asfaltado. Hay que elegir y de ahí el que los recorridos sean más o menos largos. La meta volante de este recorrido está en Neuburg an der Donau, a 37 kilómetros del comienzo de la etapa. En esta localidad repusimos fuerzas tomando un refrigerio en un Biergarten a orillas del Donau y, una vez repuestos nos fuimos a visitar el imponente castillo renacentista reconstruido sobre un castillo del siglo XIII. Merecen la pena las dos cosas: el Biergarten y el castillo.

Trampantojo

Trampantojo

En Ingolstadt situó en 1818 la escritora Mary Shelley la trama de la novela Frankestein o el moderno Prometeo. Suponemos que a la joven autora le inspiró este lugar porque allí se encontraba una de las facultades de medicina más prestigiosas de Europa, la Escuela de Alten Anatomie de la Universidad de Baviera (hoy Museo de Historia de la Medicina), por lo que la gente sabía que era práctica habitual que entre aquellas paredes del saber profesores y estudiantes experimentaran con cadáveres, lo que daba lugar a todo tipo de fantasías y especulaciones.

Otra visita ineludible en Ingolstadt es la Assamkirche Maria de Victoria, una iglesia rococó que atesora en su interior una verdadera joya: el fresco sobre superficie plana más grande del mundo. La gran obra de Cosmas Damian Asam utiliza en el techo de la nave una técnica con las características del trampantojo, a base de juegos ópticos y de perspectiva. Hay que buscar un señor delante de un edificio, que según desde donde mires se cambia de pared y un arquero que vayas a donde vayas te está apuntando con la flecha. Cerca de la iglesia se encuentra la casa de Marie Luise Fleisser, autora de intensos dramas históricos que dibujan con rigor la asfixiante vida de provincias y el sometimiento de la mujer. Todo lo que dibujó en sus dramas sobre la sumisión de la mujer a los dictados varoniles lo padeció al lado de Bertol Brecht, con el que mantuvo una tormentosa relación.

Cuarto día: Ingolstadt-Kelheim (60 km.)

Baño en el Donau

Baño en el Donau

Hoy dos de nuestras compañeras de viaje deciden hacer parte del viaje en tren y nos esperan en Vohburg, con lo que se ahorran unos 15 kilómetros de pedaleo. El punto crítico del día está en el monasterio de Weltenburg, más concretamente en la Klosterschenke (la taberna del convento) de Weltenburg, donde la cerveza que fabrican los monjes es la auténtica protagonista. En esta ocasión hay quien pasa de cerveza y se deja seducir por las aguas del Danubio. El refrescante baño nos sentó de maravilla. Desde allí hasta Kelheim hacemos el trayecto en barco que se deja llevar por las aguas del Danubio a través del Parque Natural de la Garganta de Weltenburg.

Fabrica cerveza

Fabrica cerveza

La jornada ciclista termina en la confluencia del Danubio y el Altmühl, en Kelheim. Esta ciudad presume de tener la planta de cerveza de trigo más antigua de Baviera (Älteste Weissbierbraurei Bayerns). Es una fábrica de cerveza fundada en 1607 por el Duque Maximiliano que dispone en el patio interior de un Biergarten muy agradable, con árboles de gran tamaño. Esta deliciosa cerveza que venimos degustando durante nuestro recorrido, Weissbier o Weizenbier, es típica de la región de Baviera y se caracteriza por estar hecha no sólo con malta de cebada sino con una elevada proporción de malta de trigo, lo que le da un sabor muy suave y un toque avainillado. Buenísima.

Quinto día: Kelheim-Regensburg (40 km.)

Son alrededor de 40 kilómetros los que hay que hacer en esta jornada hasta llegar a Regensburg. La parada para reagruparnos la hacemos en Bad Abbach. Una placa gigantesca que encontramos poco después nos recuerda que hasta aquí llegaron los límites del Imperio Romano. En este caso la frontera natural fue el Danubio. Los romanos llamaron limes a esta frontera septentrional que separaba y protegía su imperio de las acometidas de los bárbaros.

Tras la parada de rigor para repostar los mecánicos del equipo tratan de reparar una pequeña avería en el tándem, la única que tuvimos en todo el viaje. Un aplauso para la empresa que nos alquiló las bicicletas.

En Regensburg nos hospedamos en el Hotel Münchner, uno de los mejores del recorrido: moderno, acogedor y con un toque de diseño muy acertado. Despues de ocupar nuestra habitación y darnos la necesaria ducha nos vamos a cenar al Biergarten que nos ha reservado el hotel. Hemos tenido el acierto de contratar con la agencia además del hospedaje y desayuno, las cenas y resulta estupendo llegar con el cuerpo fatigado del pedaleo y no tener que buscar un restaurante. Lo recomiendo

Sexto día : Pausa en Regensburg

Ciclistas y Juan De Austria

Ciclistas y Juan De Austria

Hoy a la bicicleta le toca día de pausa. Nosotros dedicamos el día a conocer esta ciudad que tiene fama de ser una de las mejor conservadas de Alemania.

Es realmente un lugar con mucho encanto y tiene mucha historia. Aquí fue donde en el siglo XVI, Barbara Blomberg, una hermosa joven de 19 años perteneciente a la burguesía de la ciudad, hizo perder el sentido a nuestro ya maduro Carlos I de España y V de Alemania cuando éste contaba 46 años de edad. Fruto de esta apasionada relación vino al mundo Juan de Austria, el reconocido hijo bastardo del emperador. Nosotros comenzamos el día brujuleando por las estrechas calles de esta ciudad de aire medieval.

Puente en Regensburg

Puente en Regensburg

Realmente tiene mucho que ver, desde la impresionante catedral, la Regensburg Dom , hasta el viejo puente de piedra sobre el Danubio, construido en la primera mitad del siglo XII, que al parecer es el puente más viejo sobre el Danubio y también de toda Alemania, pasando por la pétrea Porta Praetoria, únicos restos romanos visibles de Castra Regina, como llamaban antiguamente a esta ciudad fundada por los romanos aprovechando que el río marcaba la frontera septentrional del imperio.

Séptimo día: Regensburg-Straubing

Camino de Straubig

Camino de Straubig

Llevamos seis días de viaje, cinco de ellos pedaleando y cada día amanecemos con ganas de más; al cuerpo le sienta muy bien iniciar el día dándole al pedal, atravesando campos de mies o aldeas perdidas en las inmediaciones del acogedor Danubio. De vez en cuando hacemos una parada para bañarnos en algún recodo del río, donde se forman pequeñas calitas desde las que podemos entrar cómodamente a aliviarnos del calor que es mucho. Transcurridos unos kilómetros nos sorprende al levantar la vista un perfil que destaca en lo alto de una colina cercana. El mármol blanco, las columnas dóricas, el frontón y las esculturas del monumento nos recuerda al Paternón. Pero no estamos en Antenas, sino a 10 kilómetros de Regensburg. Lo que estamos viendo es el Walhalla, otro capricho helénico de Luis I de Baviera que de vuelta a su viaje a Atenas volvió a Alemania enamorado de la arquitectura griega. Walhalla se construyó entre 1830 y 1842 y en el monumento se rinde homenaje a los personajes más célebres de la historia alemana. Entre los 161 bustos famosos se puede ver los de Copernico, Beethoven, Brahms, Bach, Federico II el Grande, Einstein, Kant y el mismo Luis I de Baviera.

Octavo día: Straubing-Deggendorf (45 km)

Refrigerio

Refrigerio

Esta penúltima etapa no es muy larga. Algo así como 45 kilómetros son los que separan Straubing de Deggendorf, considerada la puerta de entrada al bosque de Baviera. La jornada arranca por la orilla izquierda del Danubio.

Pasamos por Bogen, una población históricamente desconocida hasta que en 1104 se empezó a hablar de ella por haberse encontrado allí a orillas del Danubio una Virgen embarazada. Buscamos sin acierto la playa de arena en el Danubio que nos habían anunciado y matamos la frustración con un refrigerio. El resto hasta Deggendorf se nos antoja largo por culpa del calor.

Deggendorf

Deggendorf

En Deggendorf estuvo situado un campamento de refugiados judíos desplazados tras la Segunda Guerra Mundial, en el que llegó a haber unas dos mil personas. El campamento tuvo vida propia, se creó un centro cultural, había dos periódicos, una escuela, un grupo de teatro, sinagoga, etc., incluso llegó a emitir su propia moneda conocida como el dólar Deggendorf. Muchos de los residentes en el campamento eran supervivientes del campo de concentración de Theresienstadt (cerca de Praga) que se liberó el 8 de mayo de 1945.

Noveno día: Deggendorf-Passau (65 km)

Ultimo día de pedaleo

Ultimo día de pedaleo

Sesenta y cinco kilómetros son los que nos faltan para que concluya nuestra aventura cicloturística por el Donau. Establecemos nuestro punto de encuentro intermedio en Vilshofen, una ciudad a mitad de recorrido en la que el Vils se une con el Danubio. Recorremos la calle principal y nos paramos al fondo de la Stadtplatz a tomar algo frente a la Iglesia de San Juan Bautista, de la que se tiene constancia desde el siglo XIII aunque fue remodelada en diferentes ocasiones y devastada en buena parte por el gran incendio que asoló la ciudad en el año 179r y que acabó prácticamente con todo el casco antiguo.

Passau

Passau

Llegamos a Passau en torno a las cuatro de la tarde, con ganas de cervecita y un poco de descanso en el hotel. La ciudad de Passau es preciosa. La llama la ciudad de los tres ríos porque en ella confluyen el Inn, cuyas aguas vienen de los Alpes y son de color verde, el Danubio, de musicadas aguas azules, y el Ilz, con agua proveniente de una zona pantanosa de tonalidades gris oscuro. En el lugar en el que los ríos confluyen las diferencias de color se hacen más notables y el contraste resulta llamativo. Desde la fortaleza Veste Oberhaus en lo alto de una colina, se puede ver la fusión de los tres ríos (Dreiflüsseeck).

Décimo día: Descanso y despedida en Passau

Los tres ríos

Los tres ríos

Lo cierto es que nos hacía ilusión pasar un día de descanso en la ciudad de los tres ríos. Cierto también que nos daba un poco de pena poner punto final a la aventura ciclista, pero no quedaba otro remedio; la ley de no hay principio sin fin se hacía notar.

Decidimos ahuyentar el sentimiento nostálgico paseando por la Altstadt, la Ciudad Vieja, la parte de la ciudad situada en la península que se forma entre los ríos Danubio y Eno. Entramos en la catedral y en el curioso Museo del Vidrio y después la mayor parte del grupo se fue a comer y dos escapadas (Reyes y yo) nos fuimos a dar un baño en el Ilz, a una pintoresca playa fluvial con duchas y chiringuito, donde todo el mundo hace caso omiso de un cartel que pone : Baden verboten (prohibido bañarse). Es lo que tiene la globalización, al final hasta los alemanes tienen su pincelada transgresora. Después del baño subimos a la Veste Oberhaus, desde donde se puede disfrutar de maravillosas vistas. Al atardecer decidimos darnos una fiesta de despedida cenando en la terraza de un restaurante italiano, a la luz de las velas y de las estrellas.

Rodando voy

Rodando voy

Al día siguiente ya sin bicicletas y camino de regreso tuvimos que hacer transbordo de tren en una ciudad de cuyo nombre no me acuerdo. Allí mientras esperábamos al autobús que nos llevaría al pueblo donde debíamos tomar el tren hacia Munich nos montamos en una rueda de hierro para metamorfosear nuestro frustrado deseo de seguir dándole al pedal.